ADVERTENCIA
Por Canek Sánchez
A punto estaba de apagar la computadora cuando alcanzo a ver un último Twitter sobre el asesinato de un periodista en Morelia, Abraham Mendoza, medios de aquella entidad informaron de una emboscada saliendo de un gimnasio sobre avenida Madero Poniente, dónde también resulto herido un vendedor de helados.
Mendoza era corresponsal de varios medios locales y titular de la revista “VocesRadio”, así como locutor en Exa Morelia. Aunque pocas horas después, tres sujetos con armas de fuego en su poder y presentados como presuntos responsables del homicidio. En lo que va de la actual administración Federal hay un recuento de 20 comunicadores asesinados.
Daga y plomo a los activistas mexicanos
Cada vez se hace más frecuente las noticias sobre asesinatos de activistas mexicanos, sean ambientales, pro derechos de minorías, de búsqueda de familiares, no hay distinción, al crimen organizado le incomoda que cierto sector de la población tome la iniciativa de tratar de cambiar o dar esclarecimiento a diversos problemas que aquejan en sus comunidades o en el país. Ante esto, el Gobierno Federal se ha limitado a observar sin abrir expedientes que vayan más allá del archivo, de la estadística que posterior, se presumirá como un logro por mantenerse en la media que ya se venía arrastrando en los datos de homicidios.
Uno de los casos más sonados recientemente fue el de la activista Gladys Aranza Ramos Gurrola, quién fuera asesinada al descubrir un campo de exterminio activo en Sonora. Y en el otro extremo del país, en Oaxaca hasta la fecha han sido asesinados 24 activistas solo en ese estado desde el inicio de la administración Obradorista.
Por si fuera poco, las fiscalías en lugar de ayudar, fustigan a familiares que se presentan en los recintos en busca de respuestas, con mensajes desmoralizadores tratan de convencer a los que acuden por información de los avances en investigaciones, que su lucha es en vano.
Pueblo armado no es precisamente para la Paz.
La sociedad mexicana cada día se aleja más del estado de derecho no por gusto, sino por la pasividad del gobierno y su absurda fijación en temas que no atienden ni de cerca a las problemáticas más serias del pueblo, así, en tan solo 3 años, han surgido infinidad de autodefensas y caudillos bien armados en los poblados más marginados de diversos estados de la República, con el pretexto de que las fuerzas del orden no actúan, y en gran medida esto es una realidad, solo que posterior a los conflictos, las células de pobladores armados mutan en otra fuerza más que se une a otros carteles y el problema no desaparece.
La pantomima de la libertad de expresión.
La supuesta libertad de expresión que se pregona desde Palacio Nacional, ha resultado en una cuchara de tamaño Jumbo para repartir atole los días que se transmite, un verdadero deleite de los feligreses que sin pruebas que sustenten lo ahí presentado, una joven desalineada, juega a la maroma como arlequín inquisidor basando sus «investigaciones» en ocurrencias, teniendo a veces que recular cuando el “chiste” es tirado por los medios aguafiestas que con pruebas, dejan mal parada al nuevo bufón de la corte real. La retórica del rey, el paladín de la justicia y la moralidad, con breves y constantes gestos de pucheros, da aprobación a cada nueva diapositiva que va desfilando en la pantalla, casi como una palmadita en la espalda al remedo de pseudo-comunicadora.
Este ejercicio, por llamarlo de alguna forma, es combustible puro para la horda de bots que se lanzan a replicar de manera infantiloide en toda red social cada una de las partes del sketch, vanagloriando casi al punto del éxtasis sublime que los hace poner los ojos en blanco. Y aunque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que es vergonzosa esta práctica que vulnera la democracia y la libertad de expresión, para el César no es más que un intento por tener el monopolio de la “verdad”.
Así, la vida de un país transcurre desde los aposentos coloniales en la capital del país, dónde el programa de comedia favorito de miles y aborrecido por otros, teniendo como anfitrión al Nerón tropical, juega a mantener entretenido al pueblo como en la vieja Roma, donde el César dice ser el pueblo y para el pueblo, soslaya todo cuestionamiento para beneplácito de los iletrados y rabia de los libres pensadores del ágora nacional.
Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos.
canek@pozarica.net