En un inquietante telón de violencia y desapariciones, la ciudad de Poza Rica ha sido el escenario de una cruda realidad que persiste y trae consigo el constante temor que abruma a la comunidad.
Aunque el año 2020 marcó un punto álgido de horror con el hallazgo de restos humanos en un terreno donde el crimen organizado el crimen organizado calcinó a múltiples individuos, la historia de inseguridad en la ciudad se se remonta varios años y lamentablemente persiste.
El 13 de agosto, las fuerzas de seguridad llevaron a cabo una serie de cateos en casas de seguridad, donde se encontraron al menos 13 cuerpos.
Sin embargo, este número podría aumentar según lo señalado por la propia Fiscalía General de Veracruz.
El clima de temor se ha extendido a nivel nacional, pero esto no es nuevo para quienes habitan en la zona; es una realidad que han enfrentado durante años.
En medio de esta existencia desgarradora, la región continúa experimentando desapariciones a pesar de los aparatosos operativos de los gobiernos estatal y federal, sin que se note una verdadera estrategia de seguridad.
La versión oficial atribuye la violencia recrudecida a luchas internas entre grupos del crimen organizado y a la fragmentación de estos grupos.
A pesar de los refuerzos de seguridad enviados a la zona, el número de personas desaparecidas en lo que va de 2023 asciende a 66, de las cuales 45 siguen en calidad de desaparecidas, una fue encontrada muerta y 20 más fueron halladas con vida.
Esta inseguridad no es nueva para Poza Rica. Colectivos de búsqueda de personas desaparecidas han documentado desapariciones ocurridas durante la administración del exgobernador Javier Duarte de Ochoa, en la cual se denuncia que algunas personas fueron víctimas de patrullas de policías estatales e intermunicipal.
A pesar de los esfuerzos de estos colectivos por buscar a sus seres queridos, enfrentan riesgos significativos. Tal es el caso de Elba, una madre que, al estar en la búsqueda de su hijo desaparecido en 2016, fue víctima de violación y amenazas por parte de la delincuencia organizada.
Uno de los episodios más desgarradores sobre la violencia en Poza Rica es el descubrimiento de restos humanos en un lugar conocido como La Gallera, en 2017.
Este sitio ha sido explorado por colectivos en múltiples ocasiones, y se encontró un horno en el que las personas eran quemadas y sus restos reducidos a fragmentos diminutos. A pesar de la brutalidad de estos hallazgos, los colectivos continúan trabajando incansablemente, aunque con un palpable temor.
Los pozarricenses también vive en un ambiente de temor constante debido a los recientes hechos violentos, como el hallazgo de cuerpos en congeladores y los ataques armados en bares locales.
Aunque las autoridades locales han tratado de tranquilizar a la población, los asesinatos no han cesado, y la violencia sigue siendo una realidad palpable.
Como sucede cada vez que ocurre un hecho violento, versión oficial lo atribuye a luchas internas entre grupos del crimen organizado y a la fragmentación de los mismos.
Aún con los más de 700 refuerzos de seguridad enviados a la zona por la desbordada violencia, el número de personas desaparecidas, en lo que va de 2023, asciende a 66, de las cuales 45 siguen en calidad de no localizadas, una fue encontrada muerta y 20 más fueron halladas con vida.
En medio de este oscuro panorama, los ciudadanos de Poza Rica no están dispuestos a dejar que la verdad sea eclipsada por las palabras de las autoridades.
Exigen un gobierno que tome medidas concretas y efectivas para combatir la inseguridad y poner fin al miedo que ha plagado su ciudad durante años.