En el mundo virtual de Facebook, Instagram y Snapchat, todos quieren ser perfectos. Pero la búsqueda constante de reconocimiento en las redes sociales puede convertirse en una adicción y causar graves daños, sobre todo a la psique de los jóvenes.
Reportaje de Elisa Jadot
Pasamos muchas horas en las redes sociales: Facebook, Instagram y Snapchat, seducidos por su promesa de compartir nuestras opiniones y nuestra vida con todo el mundo.
En ese mundo virtual, todos son felices. Todos tienen un cuerpo perfecto, viven en casas elegantes y están rodeados de gente bella.
Todo el mundo busca destacar y todo el mundo juzga. Pero esa búsqueda constante de reconocimiento puede convertirse rápidamente en una adicción y tener consecuencias devastadoras en nuestra psique. Y los más propensos a padecerlas son los jóvenes.
El documental muestra los peligros reales de esta «dictadura de la felicidad» en las redes sociales, y presenta a algunas de sus jóvenes víctimas.
Danny tenía 14 años de edad cuando publicó su primera selfie en Facebook. Pero no recibió muchos «likes», así que siguió publicando en su búsqueda desesperada de reconocimiento de los demás. Pronto comenzó a enviar cientos de selfies al día. Dejó de comer para «optimizar» su cuerpo y bajó 12 kg.
Después dejó de ir a la escuela y no salió de su casa durante seis meses. Creía que era tan feo, que la gente le tendría miedo. En su desesperación llegó a intentar suicidarse. Recién cuando Danny cortó con las redes sociales, pudo recuperarse lentamente.
Su historia puede parecer extrema. Pero con la invención de los «me gusta» y el concepto de comercializar la propia imagen, según el cual solo es real lo que ratifican otros, los creadores de las redes sociales alteran nuestro comportamiento.
Marie, de 22 años, tiene 4.922 seguidores y su mayor preocupación es decepcionarlos. Por eso pasa un día a la semana perfeccionando aún más la imagen de su perfecta vida parisina.
Se maquilla durante horas y hace cientos de fotos hasta encontrar la que quiere publicar. Ante la cámara se derrumba y confiesa lo vulnerable que se siente y cuán desesperada está por gustar a los demás.