En su publicidad dirigida al extranjero, la agencia de viajes de «Pemex Travel Club» le daba un peso importante a la historia y cultura de México.
En agosto de 1938, a tan solo dos meses de haberse fundado, Pemex incluyó en su Departamento de Ventas una dependencia llamada Pemex Travel Club, cuyo objetivo era impulsar la industria turística mexicana. Esta iniciativa respondía a una estrategia para contrarrestar la campaña de desprestigio y los boicots económicos que las compañías petroleras expropiadas por el presidente Lázaro Cárdenas operaban contra México.
Los magnates petroleros expropiados intentaban convencer a los norteamericanos de no visitar tierras mexicanas, alertándoles que encontrarían un país inseguro, antiestadounidense y con infraestructura inadecuada.
En respuesta, Pemex Travel Club se enfocó en difundir publicidad turística en inglés para persuadir a los ciudadanos del vecino país de viajar en automóvil por México y comprobar que era una nación segura y sumamente atractiva.
El éxito alcanzado por el Club fue tal que, de manera paralela al trabajo petrolero, Pemex continuó laborando en favor del turismo hasta 1965, periodo en que se convirtió en uno de los mayores pilares para impulsar y consolidar la industria turística mexicana.
Pemex Travel Club publicó millares de libros, folletos y mapas de carreteras que gratuitamente se distribuían en universidades, hoteles y campos de turismo de Estados Unidos.
Asimismo, ofrecía al público estadounidense la oportunidad de convertirse en “socios” del Club, para que, sin costo alguno, pudieran recibir esta propaganda de manera continua, además de una calcomanía para automóvil con el logotipo del Club, el cual se componía de la frase Visit Mexico, acompañada de la figura de un charrito que en ese entonces representaba el emblema institucional de la petrolera.
Entre la publicidad que difundía el Club, sobresalía el Pemex Travel Club Bulletin, órgano oficial de la dependencia que mensualmente publicaba una variedad de artículos amenos e ilustrados con fotografías que promocionaban un México idealizado con enormes vestigios arqueológicos, hermosa arquitectura colonial y paisajes colmados de bellezas naturales y playas paradisiacas.
Avanzada la década de 1940, el Club publicitó la imagen de un México que se decía moderno y desarrollado, pero al mismo tiempo anclado a un pasado noble y remoto, y con un componente exótico reflejado en una población que era vista desde la mirada del folclor y que asemejaba un mosaico de personajes “típicos” regionales, como charros, tehuanas, jarochos y guares, cuya vida transcurría entre danzas al son de guitarras y elaboración de artesanías. Todo ello enmarcado en un plácido ambiente rural.
Con el respaldo de Pemex Travel Club, la industria turística impulsó también la construcción de hoteles y centros vacacionales para alojar a los numerosos visitantes nacionales y extranjeros que acudían a los diferentes destinos del país.
Además de la propaganda, Pemex Travel Club brindaba varios servicios para facilitar el viaje de los turistas: primero les proporcionaba información acerca de carreteras, hoteles y planeación de itinerarios. Una vez que el viajero ingresara al país, el Club ofrecía un servicio de emergencia con automóviles conducidos por personal bilingüe preparado para auxiliar en caso de accidentes o desperfectos mecánicos.
Ya instalado el turista, se le ofrecía reserva de boletos para espectáculos y se le ayudaba en la compra de artesanías y su posterior envío a Estados Unidos.
La labor de Pemex en favor del turismo incluyó subsidios a otras dependencias del mismo ramo, como la Asociación Mexicana de Turismo, así como su intervención directa en el desarrollo de infraestructura carretera y turística. La empresa petrolera participó en el acondicionamiento de las grutas de Cacahuamilpa (Guerrero), a fin de que contaran con senderos y servicios para recibir a los visitantes.
Aunado a ello, a partir de 1940 comenzó a construir gasolineras que funcionaban como atractivos paraderos con espacios para comer y descansar, además de ofrecer información turística. La arquitectura de estas estaciones de servicio siguió el modelo “regional típico” caracterizado por muros blancos, arcos de medio punto, techos de tejas, herrería artística, azulejos de colores y fuentes decorativas. La decoración se hizo con artesanías “típicas” y algunas de ellas incluso albergaron pinturas murales que exaltaban el pasado prehispánico.
Pemex Travel Club trabajó desde sus oficinas centrales ubicadas en Ciudad de México, pero en 1950 se sumó una sucursal en El Paso, Texas, para facilitar el contacto con turistas estadounidenses. Hacia 1948, el Club se estableció en la avenida Juárez 89, en un edificio que incluso prestó espacios a las oficinas de la Asociación Mexicana de Turismo y de la Comisión Nacional de Turismo.
Otras áreas del inmueble del Club fueron acondicionadas como salas de exposiciones con piezas arqueológicas, muestras de arte popular indígena, vestidos “típicos” mexicanos, exhibiciones y demostraciones prácticas de oficios populares dirigidas por alfareros. Gracias a la colaboración con la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional de Bellas Artes, también se montaron exposiciones de pintura y escultura realizadas por alumnos de la escuela La Esmeralda.
Otras salas albergaron proyectores para mostrar películas sobre destinos turísticos. Más que ser solo un centro de oficinas burocráticas, la idea era que el edificio del Club funcionara como museo y escaparate que incentivara a viajar por el país.
Finalmente, en 1965 Pemex Travel Club cesó labores sin que conozcamos la causa, ya que su archivo histórico está desaparecido.
En lo que sí hay certeza, es que a pesar de que otras organizaciones gubernamentales y privadas también impulsaron el turismo, fue el Club el que durante veintisiete años albergó la mayor y mejor estructurada obra propagandística en este ramo, ofreció variedad de servicios a los visitantes y destinó recursos a infraestructura turística del país.
Poco se habla de los ámbitos en los que ha participado Pemex, además del energético. Su incursión en la industria turística es tan solo un fragmento de las muchas historias que rodean a la paraestatal sobre la cual se construyó el México contemporáneo.
Imágenes: Archivo / Autor: Omar Fabián González Salinas